viernes, septiembre 02, 2005

Espejo de Bloomerfield.

Espejo fundido
Gerardo Bloomerfield

Ocaso de lamparitas amarillentas: olvidé desearle al sol las buenas noches.
La cortina me separó de la ciudad y yo... yo reventé de soledad entre las espinas de mi almohada.
El espejo derretido, corría ahora mezclado en la monotonía de un ventilador. Jugaba a ser uno con la sombra, incomodaba mi espalda, mi espina dorsal.
El espejo ya no era reflejo perpetuo, ya no era destino perenne... el espejo tornabase ahora un siniestro fondo de aljibe, caduco brillo de luna que la ingrata nube ensucia sin pedir permisos.
Y mis ojos jugaron a recordarlo (a recordarte).
Mis ojos parieron gotas de espejo fundido y me negué a llamarlas lágrimas. Corrieron presurosas hacia las sábanas alborotadas como espermatozoides en busca de tu sudor, se despeñaron en tropeles hacia el fondo de mi colchón oxidado en busca de tu saliva... y murieron amor, murieron.
Murieron en el reseco ardid de tu ausencia.
Podía encender la luz, podía correr esos fantasmas...
¡Miren! No son mas que eso, que sombras que huyen a la mínima insinuación de luz.
Podía mover el interruptor y abrir como un inodoro el escape por el cual despedir tantos recuerdos.
Mas me quedé allí, acurrucado como en un vientre, levemente tapado, cobijado por el calor de la noche veraniega, sudando por los ojos, llorando por los poros, sangrando por los dedos y escribiendo con cada vena un canto al ocaso que tu silencio impone como obligación a mi furia.
Un canto a tu espalda de huesos firmes contra mi costillar estremecido.
Un canto a tu pelo rebelde de cosquilla en mi nariz
Un canto de psicofarmacos tomados a destiempo nublando tu imagen ante mi vista

Un canto de pocos canales de televisión y pésimas peliculas... pero ¿quién? ¡Ja, ja! ¿Quién quiere un televisor estando a un beso de distancia de tus ojos?

Palpitan hasta mis cabellos esta soledad de aluminio. Soledad seca, fría, barata, de brillo falso, de espejos fundidos,. Palpitan hasta mis uñas esta odiosa compañía de mis propios hombros.
Y vuela, vuela con alas de cera algún sector de mi cráneo hasta donde vos dormís (si es que dormís) y trato de consolar mis huesos sin medula diciéndoles (si es que escuchan) " la cama es diferente, la ciudad.. la misma"
Y si la ciudad fuera otra, el país el mismo amor. Y si de países diferimos, es el mismo mundo. Y si del mundote fueras hablaríamos del mismo aire, hasta que lo desprecies y ya no respires y entonces, hablaríamos de la misma muerte.
La existencia solo vale la vida teniéndote como certeza, y no como esperanza.
La vida solo vale la existencia si eres sed y no fé.
Me acurrucaré en este vientre cúbico y negro, dejaré que los perros lejanos te lleven mi mensaje: “Buena noche amor, buena noche”
Apagaré mi cigarro en mi piel para recordar que aún la tengo, y es que no siente amor y es que tus manos y es que comprende y es que le digo al tren (quizá el último) que no olvide ulular cerca de tu ventana y decirte: “Buena noche amor. Buena noche”
Apagaré mi deseo, apagaré tu luna, brindaré con la almohada de pasto reseco, comulgaré con la solitaria paciencia, la crucificaré, la descuartizaré y comeré un pedazo, y daré otro al ventilador, y a la ventana, y al apóstol cigarro, y a san vidrio roto, y al lápiz olvidado... y al resto de los doce reunidos en torno a la miseria de teniéndote tan lejos, saberte tan cerca.


:(. Ya sin palabras (Se pueden ahogar, las palabras no saben nadar)

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